Hablemos de abuso sexual
Cinco años atrás, un grupo de mujeres me introdujo a la campaña de #redmylips, una campaña de concientización anual y global, que permite a sobrevivientes de violencia sexual y quienes les apoyan, a lucir lápiz labial rojo durante el mes de abril y demostrar solidaridad con sobrevivientes, mientras generamos conversaciones sobre la problemática. Desde entonces, todos los años, me comprometo, desde diferentes lugares, con diferentes personas, perspectivas y durante distintas fases de vida, con una simple misión: hablar sobre la violencia y el abuso sexual.
La realidad es que 1 de cada 4 adolescentes (15-19) ha sufrido violencia física y / o sexual por parte de su pareja o esposo íntimo. En el 2018, se estima que 1 de cada 7 mujeres ha sufrido violencia física y / o sexual en los últimos 12 meses. Estos números no reflejan el impacto de la pandemia COVID-19, que ha aumentado los factores de riesgo de violencia sexual contra las mujeres (ONU Mujeres, 2021) Además, la situación de hombres y niños que experimentan violencia sexual es menos documentada ya que estos casos son reportados en menor frecuencia debido a la vergüenza inherente que se produce a través de los múltiples sistemas de opresión (patriarcado, clasismo, racismo, sexismo y heteronormatividad). La situación es particularmente alarmante para nuestres amiges que son lesbianas, gays, bisexuales, transgénero (LGBT) y otras personas no binarias que están continuamente expuestas a la violencia sexual. El 44% de las mujeres lesbianas, el 26% de los hombres gay, el 61% de las mujeres bisexuales y el 37% de los hombres bisexuales, experimentaron violación, violencia física y / o acoso por parte de una pareja íntima en su vida (RAINN, 2021). Según los datos disponibles.
Aunque la situación es alarmantemente común, las conversaciones sobre el tema no lo son. En una reunión (virtual, laboral o familiar) con más de 8 personas es probable que exista un o una sobreviviente de violencia sexual, sin embargo, es muy poco probable que se haya abordado el tema con esas 8 personas, o con tan sólo una persona que lo necesite. Estamos continuamente expuestas a la violencia sexual, pero avergonzadas, sin interés o sin tomarnos el tiempo para abordarlo. Yo, como muchas otras, me crie bajo preceptos sociales y culturales que culpan a las víctimas, constantemente consumiendo mensajes machistas de parte de todo mi alrededor, incluyendo maestros, compañeros, escrituras religiosas, los medios de comunicación, las series, los refranes, el libro que leímos en el décimo grado, las telenovelas y hasta el consejo de la tía. Escuche, con frecuencia, “su falda era demasiado corta”, “su maquillaje era provocativo”, “era demasiado tarde”, “lo estaba pidiendo”. Es más, estoy segura de que, en mi vida, he escuchado más narrativas culpando o a las víctimas que a los perpetradores y la única verdad es que no existe horario, ubicación ni vestuario que justifique la violencia sexual.
A lo largo del tiempo, esta pequeña iniciativa me ha ayudado a conectarme con una variedad de almas que, junto a sus mensajes y narrativas de enorme poder, me nutren de esperanza. He recibido diferentes fotografías y mensajes de parte de una diversidad de personas y en diferentes idiomas, convirtiéndose en una práctica importante que nos permite conectarnos.
Este año, mis hermanas del Movimiento por la Paz “Visitación Padilla, nos enviaron fotografías y un mensaje que prevalece durante la Pandemia del COVID-19 “Hartas del confinamiento y el abuso sexual”, haciendo referencia a la necesidad de poner fin al alza de las violencias que se han exacerbado como resultado de la pandemia. Adicionalmente, a través de las palabras de Saadi Shirazi, otro mensaje que resalta es "Los seres humanos son miembros de un todo, en la creación de una esencia y alma. Si el destino trae sufrimiento a un miembro, los demás no pueden permanecer en reposo", palabras que hoy me resuenan de manera profunda y activan la importancia de nuestro rol personal en crear una colectividad consciente y a la que podemos comenzar a apostarle a través de una conversación.
Así como estos mensajes, este año me tropecé con otros albergados en diferentes frecuencias, algunos en forma de falta de interés o cuestionamientos sobre el punto de la campaña. Recientemente, alguien me escribió, muy molesto, preguntándome cómo una foto y un mensaje podían ayudar a cambiar algo, luego compartió lo ridículo que le parecía la idea, y en ese momento sentí, tal vez, solo tal vez “esto está funcionando”. Cambiar las condiciones estructurales que nos parecen familiares, las cuales incluyen ignorar los temas de gran impacto social como lo es el abuso sexual, hará que mucha gente se sienta incómoda, y eso está bien. En lo personal, me gusta la idea de comenzar a incomodar estructuras que perpetúen estos comportamientos, así que comienzo con un mensaje, una conversación o compartiendo una fotografía. Esto con la intención de ayudarnos a cambiar la narrativa, poniendo fin a la acción de culpar a las víctimas e iniciando un ejercicio empático que nos permita responder con “Te creo” y “no es tu culpa tuya”. Estadísticamente, el abuso sexual no es un evento individual o una tragedia coincidental, estamos viviendo bajo condiciones estructurales que son impulsadas por individuos como nosotres, que podemos decidir, o no, cambiar y acabar con esto de una vez por todas.
Tómate el tiempo hoy, habla con alguien del tema. Rompamos esos ciclos.